sábado, 19 de marzo de 2016

Mundos

De nuevo estoy meditándolo todo. Ahí estoy sobre la cama con melancolía de medianoche. Los ecos del pasado y el futuro impiden que concilie el sueño. Puedo inventar lo que sea que destruya el sueño. Prefiero divagar en esos mundos que salir de ellos. Hay placer y dolor en inventar. Es el gusto por clavarse puñales donde más duele. La claustrofobia es el dolor. Ahí me encuentro en un irremediable conflicto entre odio y deseo que soy incapaz de controlar. De cierto modo, no puedo evitar que aquellos misterios surjan, pues mi naturaleza los recrea. Mas todos ellos provienen de una causa real, de ella. Siempre una mujer particular. De ella siempre nacen aquellos saudades que me inundan de una profunda nostalgia cuando me abstraigo en paraísos inexistentes. Pero, tampoco puedo controlar la causa. Más todavía si hay un vínculo que nos une; una inevitable necesidad de encontrarnos y actuar como si nada… Como si nada hubiera pasado. Allí queda un pasado que nos marcó, para bien o mal. Allí se mantiene encerrado en nuestras posiciones. Yo me abstengo, pues el vínculo puede volverse incómodo. Ella… No lo sé. En esta situación no puedo dejar de inventar e inventar.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario