viernes, 6 de mayo de 2016

Mentiras

Que no queda nada, nada más. Eso dicen. ¿Por qué lo dicen? Se cagan las pelotas cuando lo repiten. Una mentira repetida mil veces. Hasta la gente la cree y tal. Como si fuera una frase de cajón, de esas certeras que dicen las abuelas que lo cohíben a uno de apostar los huevos y que resultan en viles patrañas. Yo no me dejo meter los dedos en la boca. No soy de esos que creen que dios hizo el universo y tal. Sólo creo en paradojas y en el oxímoron. Obras de arte, sí. Grandes retos para desperdiciar nuestras vidas pensando y pensando. Prefiero apostar el pensamiento que vivir ligado a una mentira. No quiero ser de esos esclavos que viven en cavernas que sólo creen que existen las sombras. Qué mayor miedo que ese. Por eso arden los ojos cuando se mira al sol por primera vez. La verdad duele, sí, pero no espanta. Es de esos puñales que gustan, porque rasgan las entrañas pero liberan el veneno que fluía en las venas. No soy supersticioso, pero sí dudo. Dudo de las causalidades y de las coincidencias. A pesar del pensamiento, siempre existe la magia que me dice que hay algo más.