viernes, 2 de septiembre de 2022

Detached

Quedan las paredes escritas con canciones y poemas. Un cuadro del amor más grande de este mundo. Quedan mis fantasmas murmurando los ecos en este muro de silencio. Queda la música que no fue, inspirada en los sueños paralelos y en las sonrisas ajenas. Queda el infinito escondido entre los puntos que no están unidos por las líneas. Queda «repetir», mi verbo favorito. Quedan las letras de una obra que nunca concluyó. Queda la ansiedad de crecer y el miedo a la muerte. Quedan las mentiras que me dan vida. Queda la memoria de la frase más pontente jamás dicha del sueño más eterno de la humanidad. Queda el deseo de recorrer "ese" paisaje. Quedan los intentos de soltar los demonios que rasgan mis anhelos. Queda la lucha en solitario contra el terror de los caminos. Queda el paraíso de extraviarme en mis sentidos. Queda el tacto rutinario infravalorado. Queda la voz muda del fracaso. Queda la costumbre de pretender sonreír. Quedan los universos vivos en mi cabeza. Queda el reflejo de un hombre divagando. Quedan las muchas máscaras que me conforman. Queda la sal de las heridas que no sanaron. Quedan las risas intactas a prueba de llamas. Queda el océano del llanto que ahogó mi cuerpo. Queda el momento de la liberación después de una noche que fui otro. Queda la cabeza atrapada entre números y estupidez. Queda la pasión de entregarme a la vida con coraje de héroe. Queda el bucle del espíritu que se pierde, se encuentra y se vuelve a perder. Queda la búsqueda de la brújula de las respuestas. Queda el pensamiento como un todo. Queda el viaje que viví muchas noches conmigo mismo. Queda la sinfonía de la película al escribir estas palabras.

«Quédate»

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