En el final del viaje nos encontramos en una escalera en la ciudad. Nos conocimos en sueños pasados. Conectamos. Nos encontramos y seguimos sin conocernos. Tú me escribiste tu nombre en el reverso de mi palma y yo te escribí las palabras más sagradas. Lo hice porque sabía que olvidarías mi nombre, así como yo olvidé el tuyo. Pero lo que se siente al leer esas palabras no se olvida por más oníricas que sean nuestras distancias. En el último intercambio, cuando nos escribimos, alcanzamos a sentirnos. Queda el recuerdo de algo, no sé, del algo que uno quiere encontrar pero no sabe por dónde buscar. No era un sueño, lo juro. Ahora estamos aquí, tú arriba y yo abajo, y nos acercamos sin mirarnos a ver si al entrevernos confirmamos nuestros sueños. Caminamos uno lado del otro tratando de descifrarlo todo. Pero no hay preguntas. A veces la mente se pierde en ejercicios vagos y esperanzadores buscando y buscando. Eso hacemos mientras nuestros pies avanzan. Yo ya estoy donde estabas e igual tú. Estamos de espaldas en pausa tratando de manipular el universo. Yo giro y te pregunto si nos hemos visto antes y tú respondes entre lágrimas que estabas pensando lo mismo. Se nos viene el recuerdo de nuestras manos, del mensaje en el reverso, y nos preguntamos al mismo tiempo si podemos saber nuestros nombres mientras la música inicia y la película termina.
domingo, 13 de septiembre de 2020
martes, 25 de agosto de 2020
Jerónimo
De las últimas cosas que recuerdo, en su avanzado estado de enfermedad, fue cuando tomó vuelo y se alzó sobre el regazo de mi hermana al verla llorar de rabia, de impotencia, de saber que hace unos días todo estaba bien y que de un momento a otro el espíritu de su hijo se había apagado. Lo que no tiene nombre es la muerte de un hijo.—Me parte el alma, Juan, me parte el alma no sentirlo— gritaba mientras su hijo moría entre sus brazos. Y sus ojos grandes y negros tan abiertos, no había forma de cerrarlos, como si quedara algo pendiente. Yo puse la mano en su pecho para responderle a mi hermana. No me salían las palabras, porque eran tan devastadoras. Todavía (y quién sabe por cuánto) soy incapaz de decirlas sin sentir un puñal en el corazón.—Está muerto— le dije con un abrazo. Y lloramos.
No tiene nombre porque es injusto ver un hijo morir. La naturaleza nos dice que somos nosotros primero, ¿no? Que aún les falta caminar más por esta vida, ¿no? Que aún quedan preguntas por formular y responder. Pero la verdad es que todas las especies tenemos reloj distinto. Y por más padre que sea yo, él ya caminó por este mundo más que yo. Caminó mi mundo a diario, de patas a cabeza. Me conoció de once años y me esperó todos los pocos momentos que le dije que me esperara, que me iba a recorrer otros pueblos, que volvía pronto. Y siempre lo hacía, y lo primero que hacía era buscarlo a él, para comprobar su eterno cariño, su movimiento de vaivén de patitas único que hacía cuando estaba juguetón, porque ningún viaje era completo sin sentir su ausencia. Porque es mi perrito, mi niño, todo lo más lindo de mi vida que se fue de viaje.
martes, 28 de julio de 2020
Una, dos, tres
viernes, 22 de mayo de 2020
Quizás Mañana
sábado, 25 de abril de 2020
Binario
domingo, 19 de abril de 2020
Nada
Yo no sé.
Quizás tu sonrisa
Que veo cuando paseo
En los sueños que quiero.
¿Me es permitido ser así de feliz?
Quien lo permite
Debe ser un entero
Que teje en mi cabeza
Disonancias de mierda
Que me hacen feliz.